Pérdida de peso: ¿por qué se vuelve más difícil a medida que envejecemos?

Los 40 vienen con muchos regalos y lecciones valiosas: tenemos más sabiduría, sabemos mejor quiénes somos y nos sentimos más seguros. Pero a decir verdad, hay algunos cambios a los que nos cuesta acostumbrarnos, siendo uno de los principales la dificultad a la que nos enfrentamos para perder peso. Especialmente si perteneces a la categoría de personas que nunca han tenido problemas con su peso, tal vez a medida que crezcas te impresionará cuánto cambia tu cuerpo y específicamente tu peso.

Pero, ¿por qué sucede esto?

* Disminución del metabolismo

La razón principal por la que nos resulta difícil perder peso a medida que envejecemos es la reducción de nuestra tasa metabólica, es decir, la velocidad a la que quemamos las calorías que ingerimos de los alimentos. Esto se debe principalmente a que a medida que envejecemos nuestra masa muscular disminuye. Como todos sabemos, cuanta más masa muscular tenemos, más rápido es nuestro metabolismo. Al mismo tiempo, los (cambios) hormonales también afectan nuestro metabolismo, especialmente durante la menopausia.

La solución: Dado que a medida que envejecemos quemamos menos calorías, tendremos que ajustar nuestra dieta en consecuencia para ingerir menos calorías. No imagines un cambio drástico o una dieta extrema: 100 calorías menos al día es suficiente.

* Actividad física reducida

A medida que envejecemos, tendemos a tener un estrés más intenso y más obligaciones, al mismo tiempo que menos resistencia y más tiempo limitado para hacer ejercicio. Por no hablar de unas molestias en el medio que nos alejan del gimnasio. Como resultado, quemamos menos calorías de las que solíamos y, como resultado, vemos aumentar nuestro peso.

La solución: Incorporamos en nuestra vida diaria una especie de ejercicio suave que nos agrada. Por ejemplo, el yoga, Pilates, caminar y nadar son excelentes formas de aumentar nuestra actividad física y flexibilidad.

* Disminución de la calidad del sueño

El sueño inadecuado y de mala calidad se ha asociado en los últimos años con un aumento del índice de masa corporal y dificultad para perder peso. La falta de sueño parece aumentar nuestro apetito por la comida y específicamente por las grasas y los carbohidratos, bloqueando nuestra capacidad para perder peso. Muchas personas a medida que envejecen experimentan dificultad para dormir, especialmente las mujeres menopáusicas.

La solución: Es importante crear las condiciones ideales para dormir. Así, evitamos pasar tiempo frente a las pantallas antes de irnos a dormir y establecemos un horario de sueño regular para ajustar nuestro “reloj” interno. Al mismo tiempo, unas horas antes de acostarnos evitamos los alimentos estimulantes (por ejemplo, cafeína, alcohol) y elegimos alimentos que potencien la producción de melatonina, la hormona del sueño, como las almendras, la avena y los lácteos.

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