Ser Autentico: Consejos Para Ser Uno Mismo y Dejar Los Roles Atrás

En el juego de nuestras vidas podemos jugar a la madre, la hija, la pareja, la sólida profesional o la novia. A veces volvemos a asumir roles más manipuladores. A la del… “terrorista”, ya que con intimidación y juegos de poder podemos conseguir del otro lo que queremos. En el papel de víctima, manipular a los demás creando un sentimiento de culpa.

O en el papel investigador de Hércules Poirot, para que podamos controlar a los que nos rodean. A menudo adoptamos el papel del adulto punitivo o del niño pequeño, herido y desprotegido.

No todos los roles son nuestras elecciones.

Algunas las asumimos porque las condiciones lo exigen, aunque nos agobien. En otras palabras, es un mal necesario, como el papel de la madre, que a veces se vuelve desagradable porque tiene que limitar el comportamiento de sus hijos.

Según nuestro punto de vista directoral, podemos desempeñar papeles protagónicos, para estimular nuestro ego, o porque las circunstancias lo exigen, o papeles secundarios, ya que no soportamos asumir la responsabilidad exclusiva de nuestra vida.

Por ello, preferimos verlo desarrollarse desde una distancia segura, adoptando el papel de cómplices de nuestra propia vida.

Rol de contador

Otras veces, entramos en un papel de contraparte, con el objetivo de sorprender, provocar o suscitar admiración. Y podemos profundizar tanto en la piel de este rol opuesto con nosotros, que eventualmente nos atrapa y nos devora sin entenderlo completamente.

Es decir, pensar que estamos jugando un rol cuando en realidad ese rol se convierte en parte integral de nuestro Ego.

Esto lleva al hecho de que no podemos escapar fácilmente de él, ya que a menudo nos vemos obligados a repetir patrones de comportamiento específicos que con el tiempo se arraigan profundamente en nosotros.

Así, se confirma el “somos lo que hacemos repetidamente”, ya que somos esclavos de los roles que encarnamos de vez en cuando y al mismo tiempo se altera nuestra verdadera identidad.

En otras palabras, terminamos identificándonos con nuestros roles, incluso si entran en conflicto con nuestro sistema de valores. Por supuesto, sea cual sea el papel que decidamos activar, también elegimos nuestra compañía: coprotagonistas del escenario de nuestras vidas, es decir, personas que nos enmarcan y que pueden jugar un papel decisivo o secundario en nuestras vidas.

La elección de los socios se hace en base a nuestras necesidades y nuestras emociones. Si necesitamos más seguridad, confianza y atención, elegimos estar rodeados de personas que nos cuiden, si no, elegimos figuras más revolucionarias.

Todos los roles juntos componen el rompecabezas de nuestra vida.

Muchas veces, sin embargo, los roles nos limitan o, peor aún, nos atrapan en situaciones incómodas. Así, acabamos perdiéndose en ellos y olvidando nuestra verdadera identidad, que puede ser algo más o algo completamente diferente a la suma de estos roles.

Cómo escapar de roles no deseados

Cada rol va acompañado de expectativas y la expectativa crea estrés en la persona involucrada: para mantener el perfil de un emprendedor exitoso, debe tomar vacaciones en un barco en el verano y dónde y cuándo jugar al tenis.

Como una madre perfecta, debe asegurarse de que sus hijos sean inteligentes, cooperativos y de buenos modales.

Y puede que el papel de madre no nos agobie, porque lo elegimos, pero hay decenas de papeles en nuestra vida que nos fueron dados e impuestos, después de que otros los decidieran por nosotros. Lo que tenemos que hacer como una obligación natural para con nosotros mismos es deshacernos de las cargas innecesarias.

Aclarar nuestros roles, porque muchas veces se confunden o se alternan y nos desestabilizan.

Por lo tanto, elegimos roles distintos, lo que nos aliviará de estrés innecesario y situaciones caóticas, ya que los roles claros forman un marco saludable en el que podemos movernos y comunicarnos abiertamente con quienes nos rodean.

Si consideramos que nuestras emociones y conductas derivan de nuestros respectivos roles, deberíamos reflexionar a menudo, para poder identificar qué roles nos sirven y nos divierten, para mantenerlos o incluso enriquecerlos y cuáles son los únicos nuestros. agotar, para que podamos abandonarlos y renovarnos a través de otros, más emocionantes.

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